Israel Galván
La edad de oro
Sobre el espectáculo
“En La edad de oro me pongo el traje de bailaor”.
Para celebrar el vigésimo aniversario de este espectáculo, un clásico de su repertorio que ha contado con cientos de actuaciones en todo el mundo, Israel Galván renueva el programa con la voz de María Marín y Rafael Rodríguez a la guitarra.
En el flamenco, como en todas las artes, historiadores, especialistas y críticos han ido definiendo progresivamente unos periodos de referencia a los que han llamado La Edad de Oro. La Edad de Oro del flamenco corresponde al periodo que va del último tercio del siglo XIX al primer tercio del siglo XX. Esta Edad de Oro se refiere principalmente al cante y al baile, ya que la guitarra tardaría aún muchos años en desarrollar su auténtica valía.
Desde este punto de vista ningún cantaor o bailaor de hoy, salvo casos excepcionales, podría igualar en calidad, pureza y creatividad, a aquellos que, llevando el flamenco a su apogeo, han firmado esta Edad de Oro. Habría, desde entonces, un declive de los cánones formales del arte flamenco tal y como quedó establecido en esa época dorada. Empobrecimiento, simplificación, mestizajes y fusiones, así como pérdida de contenidos, de sentido y del espíritu que animaba a este arte.
Ficha artística
coreografía y baile
cante
guitarra
sonido
LUCESBenito Jiménez / Valentín Donaire
MANAGEMENTRosario Gallardo
PRODUCCIÓN
con la colaboración de
Elogio por Pedro G. Romero
En un momento en que el baile se debatía entre lo rancio y lo nuevo, llega Israel Galván que se niega a elegir bando. Es el más viejo de los bailaores jóvenes, dice de él Enrique Morente. Y es verdad, porque Israel Galván lo mismo sabe de los tangos del Titi de Triana que te adivina un gesto flamenco en la danza butho.
Ante un panorama que se dirimía entre dos vías, el canon inventado y la afectación moderna, Israel Galván deshace el camino trillado. Frente a quienes quieren mantener un status quo clásico y canónico, retuerce el canon para darnos un flamenco conceptista y barroco. Frente a quienes introducen modismos de la danza moderna y contemporánea, del jazz o del folclore, propone reconstruir un baile flamenco moderno usando sólo los materiales que hasta hace muy poco eran herramientas exclusivas de los flamencos. Israel Galván parte del reconocimiento. Las alegrías de Mario Maya o la soleá de Farruco, sus pasos, sus quiebros, su música, éste es el material que tiene que entenderse para redibujar el flamenco nuevo.
Israel Galván no engaña a nadie fingiendo una vida de bailaor en una canción de Mecano. ¿Quién puede dudar que para Israel Galván es más importante una película de Stanley Kubrick que un paso de Nacho Duato? Israel Galván aprende más de baile yendo al fútbol con Manuel que en una academia moderna.
Puedo dar fe de que el bailaor, que admira a Dalí, conoce los secretos del método paranoico crítico: cuando montó la muerte de Gregorio Samsa en La metamorfosis, decidió incorporar la coreografía de la Pavlova *La muerte del cisne* a la seguiriya-martinete del final, sin saber que, ochenta años antes, Vicente Escudero tuvo la misma inspiración para crear la primera seguiriya de baile. Israel Galván lee la vida de Félix el Loco, fuente de su coreografía *Los zapatos rojos*, y baila una farruca que resta a la creación de Massine lo extraño al flamenco que había en ella.
Nadie duda de que Israel Galván es el bailaor de los bailaores, vista la frecuencia con que éstos suelen mezclarse entre su público. Nadie duda de que es el favorito al compás entre los cantaores, visto como éstos le exigen que compatibilice bulerías y tangos con sus experiencias modernas. Nadie duda de que el flamenco de los últimos años sería otro sin el paso de Israel Galván.
Galería
Viernes y sábado/ 20h
Domingo/ 19h